Quique Setién

De todos es sabido que uno de los hobbies que más tiempo me ocupa tanto activa como pasivamente es el fútbol. Y este año he vivido una nueva e increíble experiencia como aficionado: El Club Deportivo Lugo.

No voy a ser hipócrita, no soy de los que tiene el carnet de socio desde pequeño, ni de los que viajaba con el equipo, ni de los que sufría activamente el pozo de la tercera división. Obviamente que, como lucense, desde pequeño me fijaba en los resultados y en los resúmenes de los partidos del equipo pero nunca he sentido tanto los colores como este año.

Esta temporada empezó como tantas otras, viendo resúmenes por televisión y resultados en internet, pero había un plus, algo distinto difícil de describir. Tanto el juego del equipo como la comunión con la afición parecía perfecta. La propuesta era increíblemente buena y los jugadores se veían implicados en el compromiso.

Así que me animé a sacar un par de carnets, me apetecía colaborar con un trabajo bien hecho y un objetivo común: el buen juego -y lo que surja-.

Y así fue, en lo que restó de temporada regular no hemos visto ni una derrota del C.D. Lugo en el "Anfield Carro". Ellos seguían jugando al fútbol como siempre, por abajo, empezando desde atrás, intentándolo por una banda, por la otra, vuelta a empezar, sin patadón, sin malos hábitos ni juego sucio, tocando balón.

El equipo quedó líder del grupo primero de Segunda B. Llegaron los playoffs de ascenso y con ellos llegó la mala suerte, no se le puede llamar de otra forma. Pero ya nada importaba, nadie nos podría quitar el recuerdo de todos esos partidos, el fútbol seguía siendo el mismo.

Obvio decir que el director de orquesta tiene nombre y apellidos: Quique Setién. Un nombre que no me cansé de cantar en el último partido del playoff contra el Alcoyano. El 26 de Junio del 2011, un día que cambió mi forma de sentir el fútbol. Un día en el que se me llenaron los ojos de lágrimas al ver a unos jugadores abatidos pidiendo perdón a la afición.

Y en ese mismo instante supe que ya no era un simple aficionado, me sentí más orgulloso que nunca de formar parte de un equipo, de una afición y de un proyecto. Como el propio mister dijo al acabar el partido: "Un día triste, pero grande para el fútbol".

¡Mil gracias Quique!.

About the author

Óscar
has doubledaddy super powers, father of Hugo and Nico, husband of Marta, *nix user, Djangonaut and open source passionate.